Últimamente está muy de moda ser liberal, en cuanto a la
ideología política, el sexo y las relaciones que mantenemos con otras personas
y, claro está, sobre la legalización de las drogas. “Debemos ser libres para
consumir lo que nos plazca” dicen algunos. Claro que debemos ser libres. Y
somos libres. Pero ¿hasta que punto somos libres consumiendo una sustancia que
nos provoca desorientación, mareos, euforia, repentina valentía o nos desinhibe
del miedo o la percepción del peligro? ¿Hasta qué punto? Cuando ingerimos estas
sustancias no somos libres, dado que no gobernamos nuestro cuerpo con claridad
y por tanto nuestros actos no son propios. Es por ello que, inevitablemente, me
posiciono claramente en contra de este “movimiento”.
Es cierto que, históricamente, este tipo de sustancias ha
tenido en cualquier cultura, tribu, clan o civilización un uso médico o
terapéutico, en cualquier parte del mundo. En Sudamérica con el uso del peyote,
en países orientales el saque, durante las guerras de América la morfina,
incluso el mismísimo Jesucristo ofrecía a sus discípulos el vino. Cada pueblo
ha crecido con “su droga”, pero hoy día, la globalización nos “ayuda” o
“condena” a convivir con todas ellas. ¿Realmente estamos preparados para esta
situación? Lógicamente, no.
Con el paso del tiempo la sociedad que nos ha tocado vivir,
nuestra sociedad, ha conseguido por medio de la diplomacia, la dialéctica y un
sinfín de artimañas burocráticas acabar “con las guerras y conflictos”, al
menos, abiertos. Esto hace que la población crezca más cómodamente y, por
tanto, lentamente. No hay prisa por crecer en madurez. Aunque si crecemos en
irresponsabilidad. No hace muchos años, los jóvenes lo eran hasta alcanzar la
mayoría de edad. Después se casaban, se independizaban y formaban una familia.
Esto les hacía crecer siendo responsables. Hoy el que se independiza es a los
27 años, con suerte. Sin embargo, podemos conducir un coche o adquirir alcohol
o tabaco fácilmente en las tiendas a los 18 años. Incluso consumirlo a los 13 ó
14 años.
No puedo evitar hacer mención de un libro donde se trata con
naturalidad el consumo de droga. “Un
mundo feliz”, del escritor británico Aldous Huxley, plasma un posible
futuro impregnado en su totalidad con gramos de “soma”. Aterrador. Todo el
mundo trabaja, se relaciona, hace ejercicio, estudia, piensa, odia o ama, pero
siempre teniendo a mano un gramo de soma. Una droga que les proporciona el
propio gobierno para poder controlar a las masas, su forma de pensar,
ideología, creencias, o cómo deben actuar. ¿Es eso lo qué queremos? ¿No tenemos
suficiente con “el dinero”, que condiciona todos los aspectos de nuestra
personalidad día a día, que encima buscamos no tener conciencia ni voluntad
para hacer o deshacer en la medida de lo posible? Que ni siquiera quienes están
a punto de morir pueden vivir, paradójicamente, ese momento con lucidez y
consciencia para saber que no han desaprovechado el ratito que han pasado en
este mundo.
No estoy en contra del consumo, estoy en contra de la
legalización. Es necesario contar con obstáculos, barreras, límites que
controlen nuestra inmadurez. Es necesario adquirir desde pequeños cierto
rechazo a estas conductas y sustancias y siendo adultos, responsables y maduros,
barajar libremente si queremos o no consumirlas. Es por esto que hago hincapié
en la educación de nuestra sociedad. Creo realmente que no estamos preparados
para hacer un cambio legislativo de tal calibre sobre la regulación de un
mercado legal de drogas. Al menos, no mientras sigamos siendo una sociedad
irresponsable e inmadura. No mientras no dispongamos de las herramientas
adecuadas.
Si seguimos el rumbo que nos marcan unos pocos anarquistas,
ciertamente, seremos caminantes en busca de “cerebros” que sean capaces de
proporcionarnos la droga que necesitamos y finalmente los destruiremos a ellos
también. Si legalizamos la droga, los videojuegos y películas de destrucción y
zombies dejarán de ser una terrorífica ficción y pasará a ser una oscura
realidad.
Al fin algo consistente!!!!!! ejejej!!! un abrazo!!
ResponderEliminarVaya..gracias jajajaj
ResponderEliminarEn primer lugar felicitaciones por tu entrada. Es valiente y argumentada. Tengo que admitirlo.
ResponderEliminarEn segundo lugar LegalizacionOn. Estoy en total desacuerdo contigo, la legalización no tiene por objetivo un reconocimiento desenfrenado de sustancias psicotrópicas que genere una sociedad viciada y destruida. Simplemente tiene por objetivo evitar o paliar los efectos que la criminalidad organizada provoca en este ámbito.
En cuanto a la distopía de Huxley, la soma era una imposición gubernamental para controlar a unos ciudadanos que nacían in vitro. El dilema que plantea esta obra es existencial ¿prefieres vivir una vida programada sin sufrimiento o una vida de incertidumbre llena de dolor pero también de pasión y amor? La referencia a la droga es puramente instrumental.
Y otra cosa, soy anarquista.
Insisto en mis felicitaciones y disculpa si molestó mi intomisión pero vi tu entrada en twitter
Maria Revelles
En cuanto al objetivo de evitar o paliar los efectos que la criminalidad organizada provoca, ¿realmente crees que tendría ese efecto? Podría ser. Sin embargo, creo que el futuro más plausible si se llevase a cabo esta reforma sería una mayor competitividad de las organizaciones criminales. El criminal siempre ha vivido del crimen y no por decirle: "ya no eres un criminal" va a dejar de serlo. En este caso, cortarían la droga en mayor cantidad, para abaratar el precio de su producto y así competir con los precios del mercado legal, haciendo su producto más tóxico si cabe que antes. Solo hay que ver que el alcohol y el tabaco son legales, y sin embargo hay un conjunto criminal de mafias que se dedican a falsificar estos productos de baja calidad y un precio inferior al del mercado legal. Quizá entonces ni siquiera se molestarían en adquirir la droga y prepararla, solo robando la droga en los establecimientos dispuestos para su venta se ahorraría trabajo y sacarían, incluso, más beneficio.
EliminarRespecto al libro, debo decir que es ambiguo tanto su narración como los acontecimientos del mismo y, por tanto, se pueden interpretar de formas muy diversas. Además de que se presta a muchos dilemas éticos y morales, no solo el de la droga y su uso. En mi caso, el eje central sobre la reflexión del mismo es sin duda "el/la soma". Así que para nada pienso que sea meramente instrumental. Es el centro del universo, todo gira alrededor de esta droga. Que sí, el gobierno proporciona a su pueblo (sean o no "personas de probeta"), es el condicionante perfecto, el refuerzo positivo por excelencia y ellos, el gobierno, sabe muy bien cual es su uso real. Podríamos vivir una vida programada y sin sufrimiento, sí, gracias a una droga que nos evade de cualquier preocupación; pero también estaríamos vulnerando, en mi opinión, la Declaración de los Derechos del Hombre prácticamente en su totalidad.
Y otra cosa, yo aún creo en la democracia.
Gracias por dar tu opinión y por las felicitaciones ^^
Por cierto, estoy de acuerdo con el primer comentario. Tus argumentos son consistentes y expresados de forma impecable
ResponderEliminarMaria Revelles